El rugido de los morteros se transformo primero en un insoportable chirrido en sus oídos, y en un espeso silencio después. Entre la disolución de humo y niebla que cubría la inmensa llanura del campo de batalla se perfiló la silueta del soldado que avanzaba exhausto, arrastrando sus pies y cargando sobre su hombro , inerte y ensangrentado, su propio cadáver.
No comments:
Post a Comment