Nadie quiere bailar con muertos, pensó mientras observaba los destellos de las luces de la pista de baile. Era la fiesta de graduación, su vestido negro, especial para la ocasión, contrastaba con sus pálidas manos, que agarraban una copa de ponche que le habían servido unos minutos antes. El calor que el alcohol reflejaba en sus pómulos adolescentes contrastaba con el frío artrítico de su pecho.
Allí estaba él, rodeado de animadoras, vistiendo una camisa blanca en lugar del usual polo del equipo de rugby. Los muertos son invisibles, por eso nadie los invita a bailar. Término su copa y se fue al baño a maquillar su corazón.
Porque nadie quiere bailar con muertos.
No comments:
Post a Comment