Monday, January 01, 2007

El guerrero y la niebla


Una niebla inconstante cubría el extenso campo de batalla. El guerrero abrió los ojos desorientado, sin saber bien el lugar en el que se encontraba ni hacía que punto dirigir sus pasos.
A pesar de su densa experiencia en la guerra, nunca antes había vivido una experiencia similar.
Tras unos segundos, que le parecieron horas, de aturdimiento, el guerrero reconoció a su adversario, que se levantaba fuerte e invencible ante su cuerpo semi desvanecido. El adversario levanto su espada y la dejó caer por su propio peso, sin apenas emplear fuerza, sobre el pecho del guerrero, atravesando su armadura y seccionando en dos mitades su órgano vital.

- Lo nuestro ha terminado, lo siento- dijo el adversario
- pero…- casi suplicó el guerrero
- Está más que reflexionado, es mi decisión- espetó

El guerrero sintió como el vacío se adueñaba de su alma, como cualquier atisbo de vida se difuminaba de su rostro.
Pensó que no existía en el universo una armadura capaz de soportar semejante golpe. Realizó un amago de empuñar su arma, que se encontraba en el suelo al alcance de su mano izquierda, pero las fuerzas le abandonaron y decidió dejarse morir.

El cuerpo herido del guerrero se desplomó sobre un suelo tapizado de narcisos. El adversario arrojó su espada al lado del cuerpo moribundo y se marchó después de volver la mirada y lanzar un último dardo:
-Lo siento- dijo besando sus labios atónitos- Cuídate.

Las mañanas amanecieron, unas tras otras, sobre el silencioso campo de batalla. El cuerpo del guerrero continuaba tendido en el suelo. Su armadura, poco a poco, se fue cubriendo del verde del musgo y del blanco de las heladas. Su corazón continúo desangrándose lentamente, manchando de rojo el amarillo insultante de los narcisos.

Algunos atardeceres, el viento llevaba hasta sus oídos el murmullo del adversario. A lo lejos, tras las imponentes moles de las últimas montañas, el adversario se reía y se jactaba de su victoria…

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